Año 5, núm. 5, enero-diciembre 2025
ISSN-e: 2954-3592 | DOI: 10.54188/UD/05/A/08
ARTíCULOS
Borges y la voz poética de su “El otro tigre”
Borges and the Poetic Voice of his “The Other Tiger”
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Marcelo Sánchez |
Recepción: febrero, 2025 Aceptación: abril, 2025 Publicación: septiembre, 2025 |
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ORCID: 0009-0007-1789-9015 Investigador independiente, Alemania Contacto: mpsanch20@gmail.com |
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Resumen |
Abstract |
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La voz poética de “El otro tigre” mantiene una relación compleja con el autor. El meta-poema escrito por Borges se vale de una voz poética (en primera persona), que revela tendencias estéticas denostadas por el autor: realismo interesado por lo exótico, sesgo retórico, proceso creativo que oscila entre la falta de plan y el prurito de documentación. Defectos afines presenta el poema de Leconte de Lisle “Le jaguar”, acaso una fuente importante de “El otro tigre”. Los hallazgos de este trabajo son consistentes con declaraciones públicas de Borges. Se pasa también breve revista a dos cuentos de Borges que presentan una relevante complejidad narrativa. |
The poetic voice of “The Other Tiger” maintains a complex relationship with the author. The meta-poem written by Borges makes use of a (first-person) poetic voice, which reveals aesthetic tendencies that the author denounces: realism interested in the exotic; rhetorical bias; creative process that oscillates between the lack of a plan and the itch to document. Similar defects are presented in Leconte de Lisle’s poem “The Jaguar,” perhaps an important source for “The Other Tiger.” The findings of this work are consistent with Borges’s public statements. Two of Borges’s stories are also briefly reviewed, which present a relevant narrative complexity. |
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Palabras clave |
Keywords |
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Jorge Luis Borges, “El otro tigre”, complejidad narrativa, proceso creativo, poesía retórica. |
Jorge Luis Borges, “The Other Tiger”, narrative complexity, creative process, rhetorical poetry. |
Introducción
De “El otro tigre” publicado en 1959 en El hacedor, Borges algunas veces dijo que era uno de sus mejores poemas.1 Otras son, sin embargo, las composiciones de El hacedor que han atraído mayor interés crítico: “Poemas de los dones”, “Ajedrez”, “Arte poética” o “Borges y yo”. Una posible razón para el relativo desinterés crítico por “El otro tigre” es que los estudiosos hayan creído que el poema hace un punto simple con total claridad.
Este trabajo se valdrá de estudios que han detectado complejidad narrativa en dos cuentos de Borges, con la idea de echar luz sobre “El otro tigre”. Lo que interesa de esos cuentos es la relación entre el autor y el personaje narrador. El objetivo es mostrar que la voz poética (en primera persona) de “El otro tigre” mantiene una relación compleja con Borges, el autor.2 Si bien este posee algunos paralelos biográficos con dicha voz poética, también existen diferencias estéticas importantes entre ambos.
Pasando revista a dos cuentos de Borges que ilustran la tensión entre autor y personaje narrador, se anticiparán algunos rasgos de la complejidad de “El otro tigre”, a ser corroborados y extendidos mediante el análisis textual. Luego se estudiarán declaraciones públicas de Borges. Antes de concluir, se ahondará en las fuentes literarias.
Tensión entre autor y personaje narrador
Los narradores de los cuentos “La otra muerte” publicado en 1949 en El Aleph y “El indigno” publicado en 1970 en El informe de Brodie tienen afinidades con Borges, el autor. En “La otra muerte”, tanto el narrador como el autor se sienten atraídos por la gauchesca, el pasado militar, la traición, la teología y el viaje en el tiempo. En cuanto a “El indigno”, narrador y autor también tienen intereses comunes: los libros viejos, la Biblia, la cábala, la adolescencia, las violentas orillas y, como en “La otra muerte”, la traición.
De los pocos críticos que han comentado ambos cuentos, ninguno logra caracterizar adecuadamente la relación narrador/autor. Para Carter Wheelock, ninguno de los dos cuentos suscita ningún problema atinente a esa relación.3 Evelyn Fishburn no nota la diferencia entre narrador y autor en “La otra muerte”;4 y opina que “el incidente [de “El indigno”] es contado […] por […] Santiago Fischbein”,5 descuidando que ese incidente lo cuenta otro narrador. Naomi Lindstrom llama al narrador de “La otra muerte” “una versión ficcionalizada de Borges”,6 y atribuye la narración de “El indigno” a Fischbein, “miembro menor de la banda”.7
Annick Louis describe una clase de “autoficción” (“identificación ficcional entre autor y narrador”)8 en que al narrador se le pueden atribuir rasgos autobiográficos: en esa clase, citando a Gérard Genette, Louis ubica “La otra muerte”. En cuanto a “El indigno”, Louis afirma que El informe de Brodie contendría una red de narradores que –a excepción del cuento homónimo y de “Guayaquil”– serían cada uno identificable con Borges.9
En suma, los cuatro analistas de “El indigno” reseñados no caracterizan bien al narrador: dos (Fishburn, Lindstrom) lo confunden con el personaje Fischbein, y los dos restantes (Wheelock, Louis) lo identifican con el autor. Daniel Attala argumenta que tal identificación no es pertinente en “El indigno”, ya que implicaría atribuir inadvertidamente a Borges dejos de oscurantismo xenófobo y antijudío.10 En cuanto a “La otra muerte”, los cuatro analistas reseñados identifican al narrador con el autor (con el resguardo cauteloso de Lindstrom). Marcelo Sánchez muestra que el narrador del cuento difiere mucho del autor por sus actitudes (ante la literatura, la épica y la ideología); más aún, el autor se valdría del narrador para denunciar como bárbaro y cobarde al caudillo Aparicio Saravia, entonces canonizado por el revisionismo nacionalista rioplatense.11
¿Tiene la compleja relación narrador/autor algún interés para el estudio de la poesía de Borges? Una complejidad análoga entre voz poética y autor no juega ningún rol en los análisis existentes de “El otro tigre”. Para Sylvia Molloy, este ilustra los límites del acto de nombrar –una “constante en Borges”–.12 Cautamente, Daniel Balderston no llama a la voz poética “Borges”, sino “quien habla”.13 Louis halla un único Borges en “El otro tigre” y en otras composiciones de El hacedor, en las que el “yo” narraría “su propio recorrido literario”.14 Edwin Williamson atribuye exclusivamente a Borges el fracaso creativo que refiere “El otro tigre”; el poeta, desafortunado de nuevo en el amor, se refugiaría esta vez en su Biblioteca.15 Judith Solís opone “animal real” y “animal poético”;16 el presente trabajo atenderá a la perseverancia del realista ‘Borges’ en su intento por fusionar ambos polos, pero se priorizará la perspectiva fantástica de Borges, que apunta a la creación de una nueva realidad.
Complejidad de “El otro tigre”
Antes de analizar en más detalle el texto de “El otro tigre”, cabe anticipar algunos rasgos generales del poema. Borges define allí paralelos biográficos parciales con la voz poética (en primera persona), que es protagonista humano del poema: la relación con la “Biblioteca” (la Biblioteca Nacional era entonces dirigida por Borges), la ubicación geográfica (“Desde esta casa de un remoto puerto/De América del Sur”), el interés por el tigre. Pese a estas similitudes, se detectan diferencias importantes entre autor y narrador.
“El otro tigre” es un meta-poema, de tintes metafísicos, sobre la imposibilidad del arte.17 Es un meta-poema porque no busca expresar el tigre, sino reflexionar sobre la creación artística, abordando en particular el tipo de desafío que debe sortear toda literatura fantástica. Ha dicho Borges: “El tigre, claro, es un pretexto. El tema es «el arte y la realidad»”.18 Él escribe “El otro tigre” sabiendo cuáles son el comienzo y el fin. Así, dice en la conferencia “La poesía”, en la recopilación de conferencias titulada Siete noches ofrecidas en 1977:
Cuando yo escribo algo, tengo la sensación de que ese algo preexiste. Parto de un concepto general; sé más o menos el principio y el fin, y luego voy descubriendo las partes intermedias; pero no tengo la sensación de inventarlas, no tengo la sensación de que dependan de mi arbitrio; las cosas son así.19
En cambio, la voz poética –que se llamará aquí ‘Borges’– tiene ideas sueltas y carece de argumento, además de querer representar el tigre real con técnicas que Borges considera cuestionables.20 Borges se permite así maltratar a su disminuido alter ego, saliendo él mismo, Borges, airoso de este experimento fantástico. El fracaso de un poeta es necesario para el triunfo del otro.
A los ojos del lector, las credenciales fantásticas de Borges disimulan la estrategia nada prometedora de ‘Borges’.21 Debido a que el único texto es comunicado por un poeta realista pero ideado por uno fantástico, debe prestarse atención al doble sentido. Un problema central de “El otro tigre” es la validez del realismo, por oposición a la literatura fantástica.
“El otro tigre” no es muy claro sobre el poema que elabora ‘Borges’, pero las imágenes del tigre son de corte realista (hábitat, movilidad, olfato, porte, instinto animal). Otras dos cuestiones son que ‘Borges’ está documentado sobre el tigre (“enciclopedia”, verso 26) y que piensa en “tropos literarios” (el poema en elaboración tendría así un lado retórico). Además, la elaboración por ‘Borges’ no incluye información sobre el principio y el fin de la historia; como se vio, el conocimiento de estos aspectos es requerido por Borges para escribir. De momento, se enfatizará el realismo de ‘Borges’, pero no deben perderse de vista sus otros atributos, que abajo se retomarán.
El que haya un único texto para dos Borges recuerda la prosa breve “Borges y yo” (1957), la pieza más famosa de El hacedor. Su personaje narrador (el Borges de la vida privada) concluye con una sorpresiva revelación: “No sé cuál de los dos escribe esta página”.22 De ese Borges íntimo, se nos transmite su desazón por el vanidoso histrionismo de su contraparte: el Borges de la vida pública. La incertidumbre final acerca de quién es el autor otorga riqueza a esta prosa breve, que blanquea parte de la complejidad narrativa ante el lector; “El otro tigre” es más críptico, aunque, en forma análoga, la interpretación dependerá de la relación que se halle entre el autor y la voz poética.
Análisis textual
“El otro tigre” consta de tres estrofas.23 En la primera (versos 1 a 21), ‘Borges’ piensa una tarde en un tigre. ‘Borges’ está a solas en la “Biblioteca” (verso 2), también llamada “casa” de “un remoto puerto/De América del Sur” (versos 19-20).24 El tigre en el que ‘Borges’, de momento, piensa, vive en una “selva” atravesada por el “Ganges” (versos 5 y 21). Las ideas parecen llegarle al poeta desordenadamente; por ejemplo, del tigre se lee que “ensangrentado […] irá” (versos 4-5), y más adelante, que “husmeará […] el olor deleitable del venado” (verso 13). En todo caso, surge ya la oposición entre el poeta, que avizora el futuro, y el tigre, que vive en un presente absoluto (versos 8-9).
En la segunda estrofa (versos 22-39), el tiempo pasa para ‘Borges’; este dice, en presente: “Cunde la tarde en mi alma”, y luego, en pretérito perfecto: “he opuesto”. Se sabe la fecha en la que ‘Borges’ escribe: “hoy, 3 de agosto del 59” (verso 34). Mientras lo hace, opone el “tigre de los símbolos” (verso 24), que es el del poema en elaboración, al tigre “verdadero” (verso 32). Este carece de precisión topográfica/geográfica: la “selva” se vuelve “pradera” (verso 35); el tigre está “en Sumatra o en Bengala” (verso 29). De haber un argumento para el poema de ‘Borges’, este no transcurre en poco tiempo: el tigre “verdadero”, que en la primera estrofa “husmeará […] el olor deleitable del venado”, ahora “diezma la tribu de los búfalos” (verso 33).
En suma, antes de llegar a la tercera estrofa, la descripción dinámica (y aun desordenada) hace que no se sepa de cuál tigre “verdadero” se está hablando. Además, hay un “tigre de los símbolos”, que el lector avisado podrá relacionar con que Borges suele recalar en el idealismo filosófico.25 Como lector que ha suspendido su incredulidad, uno se empeña en creer que hay dos tipos de tigres bien distinguibles. ¿Qué hace entonces Borges en ese preciso momento? Presenta un tercer tigre.
En efecto, la tercera estrofa (versos 40-49) comienza con “Un tercer tigre buscaremos.” Y concluye: “persevero/En buscar por el tiempo de la tarde/El otro tigre, el que no está en el verso.” Este final significa que ‘Borges’ aún trabaja esa tarde en un poema sobre el tigre; el contraste de tigres, ya evidente en la segunda estrofa, acaba expresándose como uno entre el tigre del poema en elaboración y “[e]l otro tigre, el que no está en el verso”. Este “otro tigre” es el tigre real; lo buscará sin éxito el poema en elaboración –el “mi verso” (verso 23) de la segunda estrofa–, pero también cualquier otro poema, aun uno no escrito por ‘Borges’ (“el verso” de la línea final). Ahora bien, al comienzo de la tercera estrofa se ha añadido un tercer tigre. Este es el tigre de otro poema que ‘Borges’ anticipa que elaborará, o uno que en ese momento pasa a elaborar. Se produce una ambigüedad identitaria (yo/nosotros): el tercer tigre que “buscaremos” (primera persona del plural), “[s]erá […] una forma/De mi sueño” (versos 41-42, en que “mi” delata la primera persona del singular).
El nosotros de “buscaremos” puede significar distintas cosas. Una de ellas es que el problema que enfrenta ‘Borges’ no es privativo de él. En tal sentido, ‘Borges’ llama “antigua” (y no solo “indefinida,/Insensata”) a la elaboración de su poema (versos 46-47). También se lee que el tercer tigre “[s]erá como los otros” (verso 41), donde ‘Borges’ podría estar avizorando un número indefinido de tigres que él y otros poetas intentará/n, o ha[n] ya intentado, poner en verso.
‘Borges’ acaba así su elocución insistiendo con la misma estrategia (realista) que fracasó en el primer intento. Entretanto, Borges nunca imagina para sí una empresa semejante, siendo el autor que ha diseñado el meta-poema “El otro tigre”, para lo cual se ha valido de los devaneos y zigzagueos de ‘Borges’.26 El meta-poema está libre de las deficiencias que supone la imitación de la realidad. El meta-poema no pretende evitar lo inevitable: que seguirán haciéndose poemas realistas (y, para peor, meramente retóricos, basados en una documentación improcedente o sin un plan creativo).
Declaraciones públicas
La crítica parece haber prestado cierta atención a lo que Borges tenía que decir sobre “El otro tigre”. En 1969 se publica una interpretación, entonces reciente, debida a él, la cual califica a dicho texto de “parábola” “sobre la futilidad del arte”; en tal sentido, Borges añade que, con “El otro tigre”, “yo estaba reescribiendo «Una rosa amarilla» [1956, El hacedor]”.27 Al poco tiempo, dos críticos se hacen eco tanto de la idea de la imposibilidad del arte como del símil con el poeta Giambattista Marino de “Una rosa amarilla”. Pero también surgen discrepancias de interés con Borges. Joyce Loubère se refiere no solo a la imposibilidad sino a la “inevitabilidad” de todo arte, por tratarse de una necesidad humana.28 Nótese que la inevitabilidad en “El otro tigre” (ilustrada por el “persevero” del realista ‘Borges’) no sería de por sí un impulso loable para Borges, escritor fantástico. Por su parte, Guillermo Sucre dice que en “El otro tigre” Borges debe “buscar siempre el tercer tigre: no ya el real, sino el mitológico.”29 Sucre confunde el “tercer tigre” (en el que piensa ‘Borges’) con las “mitologías” (verso 44), que serían para Borges una alternativa creadora válida al realismo de ‘Borges’.
Las opiniones de estos críticos se desvían así de la entrevista de Borges en cuestión, al incorporar nuevos elementos (inevitabilidad del arte, tercer tigre mitológico). Aun la forma en la que ellos traen a colación “Una rosa amarilla” difiere del propósito de Borges. Ni Loubère ni Sucre advierten que Marino es (como el ‘Borges’ de “El otro tigre”) un poeta meramente retórico.30
De aquella entrevista de 1969, cabe rescatar otras dos ideas.31 Por un lado, Borges relativiza que “El otro tigre” sea sobre la futilidad del arte: O más bien no del arte, sino del arte como transmisor de la realidad o de la vida. Por el otro, él aclara: “También es una parábola, y sin embargo la parábola no es demasiado obvia, el lector no tiene que preocuparse por ella, o entenderla”. Estos comentarios son consistentes con la interpretación aquí propuesta de que, para “El otro tigre”, lo fútil no es todo arte, sino el arte realista.32
Así, la crítica de “El otro tigre” se conforma con la interpretación básica (todo arte es imposible), pero no sigue al Borges-comentarista en su segunda interpretación (el arte imposible es el mimético). Borges prefiere la complejidad del símbolo a las alegorías, y aboga por textos abiertos a varias interpretaciones. No se trata de que la interpretación más simple de “El otro tigre” (“futilidad del arte”, a secas) carezca de valor, pero –si ha de captar el análisis del propio Borges– debe ser subordinada a la parábola menos simple (futilidad del arte realista). Esta parábola puede hacerse aún más sutil si se recuerdan otros aspectos del arte, además del realismo, que Borges deplora: el abuso de la retórica, y la ausencia de espontaneidad y de plan.
En su viaje a EEUU de 1976, Borges vuelve a ofrecer las dos interpretaciones anteriores sobre “El otro tigre”, aunque las presenta de otra manera. En una reunión en la que se leen textos suyos, Borges comienza diciendo que el arte es imposible, ya que las palabras y metáforas no son el tigre real.33 Luego dice que, tras escribir este poema, él se habría percatado de que el arte sí es posible, pues crea una nueva realidad, “tan real como el tigre individual o el platónico”.34 El arte es “imposible –digamos– como una repetición de la realidad”.35 Por otra parte, ni aun las palabras de Blake –un poeta muy superior a como Borges caracteriza al ‘Borges’ de “El otro tigre”36– son el tigre real.37
La idea de que el arte crea una nueva realidad la ofrece asimismo Borges tras una conferencia (durante ese mismo viaje): responde, a propósito de “El otro tigre”, que “al escribir, podemos no estar creando espejos del universo, pero podemos estar creando cosas tan reales como espejos, tan reales como el resto del universo”.38 Este último evento se distingue por ser la primera (y acaso la única) ocasión en que Borges describe lo narrado en “El otro tigre” en primera persona, jugando a identificarse con ‘Borges’.39 Esta identificación no sería genuina, ya que Borges declara, refiriéndose al estilo despreocupado de la voz poética: “lo describo [al tigre], le doy metáforas, le doy tropos, le doy adjetivos. Y después de haber escrito unas diez líneas sobre él, pienso que, después de todo, lo que he escrito es sólo el tigre verbal”;40 este arrebato carente de plan es consistente con el método de ‘Borges’, pero contrario al meticuloso de Borges.
La mención anterior a un tigre “platónico” es curiosa, dado que “El otro tigre” no cita a Platón. Como para Platón las ideas son lo real, el tigre real puede ser –según implicaría en aquella reunión Borges– un individuo o un arquetipo. El “tercer tigre” recuerda el argumento del tercer hombre que Aristóteles usó para refutar a Platón. Borges discute esto en su ensayo “Avatares de la tortuga” publicado en 1939 en Discusión, donde se lee: “bastan el individuo y el género para determinar el tercer hombre”.41 Este tercer hombre es lo que hay de común entre el individuo y el género; es así un nuevo género, que será refutado por el cuarto hombre, y así al infinito. En consecuencia, para Aristóteles no existen los arquetipos, solo los individuos.
En “El otro tigre”, la cuestión es distinta (no se trata de lo que comparten un número creciente de tigres), pero se conservan dos dimensiones de tal debate filosófico: la figura de la refutación y la regresión al infinito, ahora usados contra el ‘Borges’ del poema. En todo caso, el Borges de aquella reunión de 1976 no toma partido ni por Aristóteles ni por Platón: el tigre literario no es real, pero sí lo son –acota Borges–42 el “individual” (aristotélico) y el arquetípico (“platónico”). En la reunión, el Borges-comentarista pretende que lo que “El otro tigre” se propuso como tema es “una refutación del arte”.43 Solo después se habría percatado Borges de que el poema implicaba “una afirmación del arte”,44 ya que este crea una nueva realidad. Tiene sentido, en cambio, que Borges fuera consciente de esta dualidad desde el principio, según lo indica la manera paródica en que el “tercer tigre” dialoga con el “tercer hombre” de su ensayo.45 A la par que Aristóteles niega los arquetipos, ‘Borges’ comprende que el arte no puede replicar la realidad. Según Borges, este no es un problema relevante para la literatura fantástica, sino para el arte mimético. De allí que ‘Borges’, cuya estética es cuestionable, fracase, mientras que Borges logra, con “El otro tigre”, comunicar que un poeta debe aspirar a producir una nueva realidad.
Durante las conmemoraciones por sus ochenta años (1979-1980), Borges vuelve sobre el asunto de cómo interpretar “El otro tigre”. En una ocasión, considera a “El otro tigre” “una parábola sobre el arte. Sobre lo imposible de alcanzar una realidad”;46 añade, como en 1976, que “el arte, desde luego, crea otras realidades”.47 La imposibilidad de alcanzar una realidad (en contraposición a crear otras realidades) sugiere que el propósito de ‘Borges’ es realista, y así opuesto al enfoque fantástico del autor. En otra ocasión,48 Borges se refiere, al igual que en 1969, a un supuesto sentido alegórico: “este poema tiene, lamento decirlo, una moraleja”, a saber: “las cosas son inalcanzables por el arte”. Como desde 1976, Borges concluye, sin embargo, en una nota menos negativa y estéticamente más rica: al usar palabras, el poeta no alcanza “el mundo de la rosa y del tigre, sino el mundo del arte, que puede ser igual de loable y de real”. Pese a tal insistencia de Borges en sentido contrario, ciertos críticos reducen toda complejidad en su poesía a la insuficiencia del lenguaje frente a las cosas.49
A mediados de los años 80, le preguntan a Borges sobre Quevedo (a quien, ya al componer “El otro tigre”, juzgaba un poeta retórico).50 Él responde: “uno podría pensar que un poema no corresponde a una emoción, o al tema del poema, sino que es un objeto más que se agrega al mundo: un objeto verbal. Y yo justamente tengo un poema sobre eso, titulado «El otro tigre»”.51 Luego se refiere al poema que elabora ‘Borges’ como un símil de Quevedo (en el mal sentido recién indicado): “simplemente un objeto verbal, una construcción, un edificio de palabras”, “artificial”, “puramente verbal”. En esta descripción de “El otro tigre”, Borges admite en forma descarnada que la voz poética de la que él conscientemente se valió delata un frío poeta retórico – uno de los defectos que arriba se atribuyó a ‘Borges’.52 La próxima sección se referirá a otros poetas que, además de Quevedo, Borges podría haber tenido en mente al escribir “El otro tigre”.
Otras fuentes literarias
Por El hacedor desfilan muchos escritores famosos, sobre todo poetas. El ya mencionado poema “La luna”, por ejemplo, revisa las muchas imágenes que los poetas han dado de la luna. En cambio, “El otro tigre” no explicita sus fuentes, de allí que su conexión con otros poetas deba inferirse indirectamente.
Al analizar “El otro tigre” y la prosa breve de El hacedor “Dreamtigers”, publicado en 1934, Loubère trae a colación dos piezas de Valéry.53 En “Tiger”54 el poeta francés no busca producir literatura, sino que traspone el tigre real en términos de “una simple serie de observaciones sobre sus [de Valéry] propios fenómenos mentales”;55 así, “Tiger” procede mediante sinuosos movimientos y da un salto violento al final.56 En “Le même”57 Valéry reescribe “Tiger” como literatura. Loubère concluye que, al descartar escépticamente la mímesis y predicar la alusión, “El otro tigre” sugiere “un anhelo metafísico que es más bien ajeno a Valéry”.58 Lo que este busca alcanzar en “Tiger” es solo un proceso mental que torne innecesaria la frase bella.59
Más allá de sus diferencias con “El otro tigre”, estas piezas de Valéry pueden haber sido tomadas en cuenta por Borges. Un nexo de Borges con Valéry es la aspiración al orden. La aventura de ‘Borges’ se opone a la disciplina que Borges adopta en su creación literaria, al requerir el conocimiento del principio y del fin. En el ensayo de Borges “Valéry como símbolo” (publicado en 1945 en Otras inquisiciones), al poeta francés se lo celebra por ser un artista ordenado, que “magnifica las virtudes mentales”,60 en contraste con ciertos enfoques contemporáneos que el ensayo enumera.61 Otra conexión con Valéry es que el ‘Borges’ de “El otro tigre” es un yo, pero también un nosotros; se ha visto en Valéry y en Borges exponentes de la idea de que la literatura es un proceso altamente impersonal.62
Para concluir, se analiza el antecedente de Leconte de Lisle, y específicamente su poema “Le jaguar”,63 publicado en 1862 en Poèmes barbares.64 Cuatro años después de terminado “El otro tigre”, Bioy Casares le lee “Le jaguar” a Borges, que parece ya conocer este poema.65 Sobre dos versos dice Borges: “Justifican la afirmación de Groussac, de que Leconte de Lisle intuyó la pampa... La intuyó a golpes de enciclopedia”. Borges mayormente difiere del juicio de Groussac sobre “Le jaguar”. Aun así, nótese ya aquí el paralelo de Leconte de Lisle con ‘Borges’ en cuanto a la documentación (enciclopedia).
En una estrofa de “Le jaguar”, “[l]a lune, […] à travers l’épais réseau des branches,/fait reluire le dos rugueux des caïmans”.66 Mutatis mutandis, “El otro tigre” parece aludir a eso: “Entre las rayas del bambú descifro/Sus rayas” (versos 14-15).67 Tras la lectura por Bioy, el comentario de Borges es lapidario: “Los caimanes –que son figurantes– están de más. En ese paisaje hay demasiada botánica y demasiada mineralogía: recuerda esas láminas de enciclopedias en que están la fauna y la flora de una región”.
Otro de esos comentarios de Borges señala la retórica de Leconte de Lisle: “Lástima que puso rideau.68 Si quería describir un mundo primitivo, no debió emplear palabras así. En este sentido está bien Chesterton: cuando describe un mundo primitivo no emplea palabras de la civilización; Milton, en cambio, pone teatros...” Si bien “El otro tigre” contiene “palabras de la civilización”, Borges es consciente del carácter dual de su poema, y evita usar esas palabras mientras ‘Borges’ se centra en describir el tigre. Es decir, no se necesita caracterizar a ‘Borges’ con toda la gama de deslices de un Leconte de Lisle, ya que la endeblez del arte realista (frente a la literatura fantástica que Borges defiende) sería palmaria aun sin este tipo de excesos retóricos.
Borges va más a fondo en esa crítica de “Le jaguar”. Como indican las conexiones que él establece (con Flaubert,69 la gauchesca y el modernismo), se trataría de cuestiones estéticas importantes, posiblemente cifradas en “El otro tigre”:
se mató todo con este poema. ¿Cómo no se dio cuenta, cuando trabajaba tanto, que con esos personajes no conseguiría mucho? Un grand bœuf des pampas,70 el jaguar y los caimanes, como figurantes, en un paisaje hecho à coup d'encyclopédie.71 […] La poesía no puede ser eso. […] George Moore compara a Leconte de Lisle con una visita al Palacio de Justicia por donde corre un chiflón frío. Tiene el sistema de Flaubert: se documenta bien y escribe. Yo creo que aspiraban a no equivocarse; no a acertar, sino a no equivocarse. Entonces no hubieran debido tomar temas lejanos. Si uno escribe sobre la China, no importa que no se equivoque: la impresión de falsedad la da igual. […] Valencia imitaba sin duda a Leconte de Lisle, pero de cualquier modo, sin mayor esfuerzo. También Rafael Obligado sigue el sistema de cuadritos.72
El comentario sobre China ayuda a explicar el ambiente asiático de “El otro tigre”. Las críticas anteriores a “Le jaguar” sugieren que el ‘Borges’ de “El otro tigre” cae en una trampa parecida a aquella en la que han caído Leconte de Lisle y sus muchos émulos. Borges acaso pensaba que el poema que debía elaborar ‘Borges’ en “El otro tigre” era uno como “Le jaguar”: realista pero exótico, trabajoso (aun basado en documentación libresca), retórico. El análisis de Borges sobre “Le jaguar” ayuda a abonar la hipótesis de que “El otro tigre” no es solo una parábola sobre la imposibilidad del arte, sino también una crítica al realismo y una prédica en favor de escribir con emoción y con cierta inocencia. Ni aun el arte más genuino podrá expresar el tigre real, pero eso no justifica la artificialidad de las técnicas usadas, entre otros, por Leconte de Lisle.
“El otro tigre” dice transcurrir “el 3 de agosto del 59”. Unas semanas antes, Borges trae a colación Leconte de Lisle, en su carácter de “figurón francés”.73
Reflexiones finales
El Borges cuentista distingue entre autor y personaje narrador, valiéndose del segundo para sugerir una versión más sutil de los hechos. Una técnica análoga se halla presente en el poema “El otro tigre”: Borges usa una voz poética (en primera persona), ‘Borges’, para ofrecer una parábola sobre la imposibilidad del arte, y al mismo tiempo censurar el tipo de arte encarnado por ‘Borges’. En virtud de su realismo, ‘Borges’ queda atrapado en un laberinto sin salida; Borges, escritor fantástico, se reserva la creación de nuevas realidades.
Hay una creciente complejidad de “El otro tigre” en el curso de sus tres estrofas. La voz poética ‘Borges’ posee rasgos que el autor Borges desprecia: el gusto por el realismo, el abuso de la retórica, así como una tendencia a elaborar sin un plan preciso y a documentarse en enciclopedias. Pese al fracaso de ‘Borges’, “El otro tigre” funciona como alta poesía intelectual. El meta-poeta Borges alcanza el fin que se trazó, mientras que el poetastro ‘Borges’ sigue pensando –sin buenas perspectivas– en un poema sobre el tigre.
‘Borges’ se presenta como creador de un tigre simbólico, pero ha sido él mismo un símbolo pergeñado –con muy otros fines– por el verdadero autor. Así, este ‘Borges’ no desentona en ciertas galerías de personajes de Borges: la de los narradores narrados, y aun la de los creadores creados, como los de “Las ruinas circulares” publicado en 1940 en Ficciones y “El Golem” publicado en 1958 en El otro, el mismo.
El Borges-comentarista ofreció varias interpretaciones del poema. Apeló a la noción de alegoría o parábola elemental, lo que se contrapone al buen arte, que, para Borges, debe tener sentidos múltiples. Dijo que “El otro tigre” era una simple parábola sobre la imposibilidad del arte, aunque también interpretó (sin ser escuchado por los estudiosos) que lo fútil era, antes bien, el arte mimético. También pretendió que esa simple parábola había sido su propósito al escribir el meta-poema, y que solo más tarde se percató de que este sugería que el arte crea una nueva realidad (fantástica). Tardíamente, Borges ofreció una interpretación descarnada, teniendo en mente la línea Quevedo/Lugones: “El otro tigre” era sobre la imposibilidad de una poesía retórica, carente de otra emoción que la verbal.
“El otro tigre” no explicita sus fuentes. Pese a su propensión al orden y a su idea de una literatura impersonal, Valéry sería una fuente lateral e imperfecta para el sentido metafísico de “El otro tigre”. Más significativo es notar que la voz poética ‘Borges’ guarda afinidades con el Leconte de Lisle del poema “Le jaguar”. En conexión con ello, a los pocos años de publicar “El otro tigre”, Borges desarmó la retórica vacua y las ansias realistas de “Le jaguar”, con su exotismo fabricado “a golpes de enciclopedia”.
Fuentes de investigación
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Attala, Daniel. “La otra verdad de ‘El indigno’ y el narrador narrado”. Ponencia en Jornadas Borges 2020. Charlas virtuales, Palacio Libertad. Agosto 29, 2020. Video, 1:45:53. https://www.youtube.com/watch?v=9b6T8dXe6iw.
Balderston, Daniel. Out of Context. Durham: Duke UP, 1993.
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1. Jorge Luis Borges, “A Chain of Endless Tigers: Borges at the University of Wisconsin-Milwaukee”, ed. por Leah Leone, Variaciones Borges, núm. 40 (2015): 219; Jorge Luis Borges, El otro, el mismo (Buenos Aires: Emecé, 1969), 9; César Hildebrandt, “Jorge Luis Borges entrevistado por César Hildebrandt”, Revista Caretas (1978); Thiago de Mello, “Borges en la luz de Borges”, Pluvial, núm. 2 (2001): 26; Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari, En diálogo, vol. 2. (México: Siglo XXI, 1985), 67; Thiago de Mello, “Jorge Luis Borges, aos 85 anos”, O Globo (1984): 4.
2. Dada esta complejidad, se ha preferido no usar el concepto de “yo lírico”, que habitualmente presupone una identificación entre el poeta y la voz en primera persona.
3. Para “La otra muerte”, véase: Carter Wheelock, The Mythmaker (Austin: University of Texas Press, 1969), 175. Para “El indigno”, véase: Carter Wheelock, “Borges’ New Prose”, Tri-Quarterly 25 (1972): 411-2; Carter Wheelock, “Borges and the ‘Death’ of the Text”. En Jorge Luis Borges. A study of the short fiction, Naomi Lindstrom (Boston: Twayne, 1990), 138.
4. Evelyn Fishburn, “Lecturas recónditas en las alusiones de Borges”, Cuadernos Americanos 4 (1997): 197.
5. Evelyn Fishburn, “Reflections on the Jewish Imaginary in the Fictions of Borges”, Variaciones Borges, núm. 5 (1998): 153. A menos que se indique lo contrario, todas las traducciones son mías.
6. Naomi Lindstrom, Jorge Luis Borges. A study of the short fiction (Boston: Twayne, 1990), 72.
7. Lindstrom, Jorge Luis Borges, 92.
8. Annick Louis, “La vacuité du je”, Poétique 149 (2007): 75-6.
9. Annick Louis, “El testamento. El realismo en El informe de Brodie”. En Políticas de la literatura (Pittsburgh: IILI, 2009).
10. Daniel Attala, “Conjeturas sobre una omisión deliberada: una lectura de ‘El indigno’”, Variaciones Borges 44 (2017): 119-20. El estudioso retoma esta cuestión: “Borges controla absolutamente [el sentido]. Él construye un narrador que no controla su relato”. Daniel Attala, “La otra verdad de ‘El indigno’ y el narrador narrado”, Ponencia en Jornadas Borges 2020, charlas virtuales, Palacio Libertad, agosto 29, 2020, video, 1:45:53. (mi aclaración). Podría añadirse otra diferencia entre narrador y autor: la identificación parcial de este con el protagonista: “Según Borges (que no era judío), Fischbein encarnaría al propio autor cuando, siendo púber, se sintió indigno de la amistad que le ofreció un compañero de estudios en Ginebra”. Marcelo Sánchez, “¿Cómo se explica la traición en el cuento “El indigno” de Borges?”, En sentido figurado 16 (2022): 74.
11. Marcelo Sánchez, “Fantasía, historia y escritura en el cuento ‘La otra muerte’ de Borges”, ZUR 3 (2021): 152-164.
12. Sylvia Molloy, Signs of Borges (Durham: Duke UP, 1994), 83.
13. Daniel Balderston, Out of Context (Durham: Duke UP, 1993), 12.
14. Annick Louis, “Autor y género en Ficciones (1944) y El Hacedor”, L’objet littérature (2015).
15. Edwin Williamson, Borges, A Life (Nueva York: Viking, 2004), 340-1; Edwin Williamson, “Borges in context: The autobiographical dimension”. En The Cambridge Companion to Jorge Luis Borges (Cambridge; Nueva York: Cambridge UP, 2013), 216.
16. Judith Solís, “Borges y los animales poéticos”, Escritos 21 (2000): 194-8.
17. El tigre es el símbolo perfecto de las fuerzas elementales de la naturaleza, que no pueden reducirse al sistema rígido del lenguaje. Por razones de espacio, no se hace un análisis detallado de los símbolos de “El otro tigre”. Para el estudio de estos, Judith Solís se basó en el estudio general de Ana María Barrenechea; además, Solís se interesó en algunas imágenes y tropos literarios. Solís, “Borges y los animales poéticos”; Ana María Barrenechea, La expresión de la irrealidad en la obra de Jorge Luis Borges (Buenos Aires: CEAL, 1984).
18. Antonio Carrizo, Borges el memorioso. Conversaciones de Jorge Luis Borges con Antonio Carrizo (Buenos Aires: FCE, 1982), 280.
19. Jorge Luis Borges, Siete noches (México: FCE, 1980), 106. Con la debida preparación, la complejidad de “El otro tigre”– es consistente con que el poema fuera escrito “en cosa de un día”. Richard Burgin, Conversations with Jorge Luis Borges (Nueva York: Holt, Rinehart&Winston, 1969), 30. El manuscrito que subsiste del poema está fechado en 1958. Daniel Balderston, How Borges Wrote (Charlottesville: University of Virginia Press, 2018), Appendix 1.
20. Estas técnicas incluyen el realismo y el uso a tal efecto de fuentes documentales inapropiadas, lo que se identificará tanto en pasajes de “El otro tigre” como, más abajo, en declaraciones de Borges.
21. Análogamente, Borges usa sus credenciales de anti-nazi al dar voz al protagonista de “Deutsches Requiem” (1946, El Aleph). Jorge Luis Borges, Obras completas, vol. 1 (Buenos Aires: Emecé, 1974), 629.
22. Borges, Obras completas, 808.
23. Borges, Obras completas, 824-5.
24. Borges dijo haber escrito “El otro tigre” en la Biblioteca Nacional. Jorge Luis Borges, “Conversations”, 30; “W.S. Merwin, Richard Howard and Emer Rodríguez Monegal Read From The Work of Jorge Luis Borges”, 92NY Plus, mayo 20, 2015, video, 6:46; Mello, “Borges en la luz”, 26.
25. Joan White atribuye el idealismo (sea “berkeleyano” o “platónico”) a un único Borges, tanto autor como narrador del poema. Joan White, “Allegory in Dreamtigers, and the Theory of Reality”. En Borges the poet (Fayetteville: University of Arkansas Press, 1986), 277. En cuanto a lo platónico, se verá que, en una declaración pública, Borges parece colocar el arquetipo (según Platón) del lado de lo real.
26. Tras su dinamismo inicial, ‘Borges’ se desilusionaría en la segunda estrofa (al percibir la oposición entre tigre simbólico y tigre real). Con el “persevero” del final, ‘Borges’ recupera fuerza, aunque esta –según Borges– vaya descaminada.
27. Borges, “Conversations”, 30. (mi aclaración).
28. Joyce Loubère, “Other Tigers: A Theme in Valéry and Borges”, Comparative Literature 24 (1972): 315.
29. Guillermo Sucre, Jorge-Luis Borges (Paris: Seghers, 1971), 84.
30. Aníbal Jarkowski, “El hacedor, sesenta años más tarde”, Variaciones Borges 51 (2021): 167-180.
31. Borges, “Conversations”, 29-30.
32. Borges solía decir que escribía urgido por una íntima necesidad, no pensando en el lector. Lo que no quita que fuera consciente (como muestra la última declaración citada) de que a su obra le cabían distintas interpretaciones, dependiendo de cuán dedicado o perspicaz fuera el lector. Las posibilidades son más ricas que el mero supuesto o prescripción de que el escritor ha de tomar en cuenta al lector; sobre esto, véase: Umberto Eco, Lector in Fábula: la cooperación interpretativa en el texto narrativo (Barcelona: Lumen, 1981).
33. “W.S. Merwin, Richard Howard and Emer”, 7’54’’.
34. “W.S. Merwin, Richard Howard and Emer”, 10’9’’.
35. “W.S. Merwin, Richard Howard and Emer”, 8’46’’.
36. Por eso no sería atinado el guiño que Robert Mezey hace a Blake al verter un verso de “El otro tigre” (“El verdadero, el de caliente sangre,”) como “The actual tiger, tiger of hot blood,” Jorge Luis Borges, “The Other Tiger”, trad. Robert Mezey, Missouri Review 16 (1993): 28; Jorge Luis Borges, “The Other Tiger”, trad. Robert Mezey, Ploughshares 34 (2008): 118. Al final de su segunda versión, Mezey aclara que la traducción no es “de Borges”, sino “basándose en Borges”.
37. “W.S. Merwin, Richard Howard and Emer”, 9’9’’.
38. Borges, “A Chain of Endless”, 220.
39. Menos clara es tal identificación en una entrevista de 1981 que contiene conceptos similares, pero en la que Borges comienza expresándose de manera condicional: “Si yo escribo un poema sobre un tigre”. Mello, “Borges en la luz”, 26.
40. Borges, “A Chain of Endless”, 220. (mi aclaración).
41. Borges, “A Chain of Endless”, 255. (Itálicas en el original).
42. “W.S. Merwin, Richard Howard and Emer”, 10’9’’.
43. “W.S. Merwin, Richard Howard and Emer”, 9’42’’.
44. “W.S. Merwin, Richard Howard and Emer”, 9’44’’.
45. Se trata de otro rasgo autobiográfico de “El otro tigre”.
46. Carrizo, Borges el memorioso, 279.
47. Carrizo, Borges el memorioso, 280.
48. Jorge Luis Borges, Borges at Eighty: Conversations, ed. por Willis Barnstone (Bloomington: Indiana UP, 1982), 59.
49. Thorpe Running, “The ‘Secret Complexity’ of Jorge Luis Borges”, en The Critical Poem: Borges, Paz, and Other Language-Centered Poets in Latin America (Lewisburg: Bucknell UP, 1996), cap. 7.
50. Había dicho: “uno puede leer a Quevedo, poemas y poemas, sin encontrar emoción alguna ni intimidad. […] No sé cómo pude admirar tanto a Quevedo”. Adolfo Bioy Casares, Borges (Buenos Aires: Destino, 2006), entrada del 20/7/1957. A Quevedo está dedicado el soneto “A un viejo poeta”, que precede inmediatamente a “El otro tigre” en El hacedor.
51. Borges y Ferrari, En diálogo, 67.
52. Aun antes de escribir “El otro tigre”, Borges compara a Lugones con Quevedo por su “genio […] fundamentalmente verbal”. Jorge Luis Borges, Leopoldo Lugones. Colaboración de Betina Edelberg (Buenos Aires: Pleamar, 1965), 11. Con posterioridad (y/o en privado), Borges considera este rasgo un defecto de ambos poetas: el de carecer de otra emoción que la verbal. Por tales motivos, cabría ver en “El otro tigre” una referencia implícita a Lugones. Bien leídas, las dos composiciones que en El hacedor mencionan de modo explícito a Lugones –la dedicatoria del libro y el poema “La luna” (1959)– son adversas a la retórica de este escritor. Aníbal Jarkowski, “El íntimo adversario: Lugones”, Variaciones Borges 9 (2000): 40-58; y “hacedor”: 167-180.
53. Estas fueron publicadas en 1939 en Mélange. Se ha consultado una edición posterior: Paul Valéry, Mélange (Montréal: Gallimard, 1943).
54. “Tigre”; en inglés en el original.
55. Loubère, “Other Tigers”, 311. (mi aclaración).
56. Loubère, “Other Tigers”, 317.
57. “El mismo”.
58. Loubère, “Other Tigers”, 317.
59. Loubère, “Other Tigers”, 318.
60. Borges, “Obras”, 686.
61. Borges es allí explícito contra el nazismo, el marxismo, el psicoanálisis y el surrealismo.
62. V.gr. Karl Blüher, “La crítica literaria en Valéry y Borges”, Revista Iberoamericana 52 (1986): 455-7.
63. “El jaguar”.
64. Se han verificado las citas de “Le jaguar” en una edición posterior: Leconte de Lisle, Poèmes barbares (París: Librairie Alphonse Lemerre, 1882), 208-10.
65. Bioy Casares, Borges, entrada del 5/6/1963.
66. [l]a luna, […] a través de la espesa red de ramas,/hace relucir el lomo rugoso de los caimanes.
67. “Tiger” viene a cuento. Tras visitar el Zoológico de Londres, Valéry anota: “Mouvement pendulaire des fauves le long des grilles où leurs stries frôlent les barreaux.” (“Movimiento pendular de las bestias a lo largo de las rejas; sus rayas rozan los barrotes.”) Valéry, Mélange, 22. Acaso esos dos versos de “El otro tigre” aludan a la experiencia de Borges en el Zoológico porteño. Véase: Michel Lafon, Borges ou la réécriture (París: Seuil, 1990), 318. Toda experiencia directa del tigre es expurgada de “El otro tigre”, enfatizando el carácter retórico y documentado de la empresa de ‘Borges’. Sí menciona el Zoológico “Dreamtigers”. Pese a que este se refiere a un sueño, Linda Maier halla una “duplicación” entre esa prosa breve y “El otro tigre” en cuanto a la “frustración y fracaso inherentes a la creación artística”. Linda Maier, “Structural and Thematic Doubling in Borges’s El hacedor”, Variaciones Borges 32 (2011): 206.
68. cortina
69. En su ensayo “Flaubert y su destino ejemplar”, Borges presenta al novelista francés como “el ansioso y laboriosos [sic] trabajador de las muchas consultas y de los borradores inextricables.” Borges, “Obras”, 265. (mi aclaración).
70. gran buey de las pampas
71. a golpes de enciclopedia
72. Adolfo Bioy Casares, Borges, entrada del 20/7/1957.
73. Bioy Casares, Borges, entrada del 13/6/1959.